sábado, 19 de diciembre de 2009

Recuerdos ferroviarios de mi padre

En el año 1977, nos fuimos de Temuco con rumbo a la ciudad de Osorno. Mi padre había sido trasladado a aquella ciudad, pues había sido ascendido a Inspector de Tracción de la Tercera Zona de la Empresa de Ferrocarriles del Estado de Chile. Recuerdo que él tenía una oficina en la Estación de Ferrocarriles de aquella ciudad (Osorno era su ciudad natal) y tenía que concurrir a los accidentes ocurridos en la vía y supervisar variadas actividades. Más tarde, en el mes de septiembre del año 1978, él recibe el cargo de Jefe de la Casa de Máquinas en la misma ciudad, y su oficina estaba en la altura de un segundo piso de aquella inmensa construcción ubicada en el barrio Ovejería. Su oficina era oscura y se accedía por una empinada escalera de madera. Mi memoria guarda la imagen de unas grandes máquinas de escribir, denominadas "planilleras". Nuestra casa habitación, perteneciente a Ferrocarriles, era la primera de la cuadra, y su patio colindaba con el inmenso terreno de la Casa de Máquinas, sólo separados por una alta muralla de ladrillo. Desde la altura de aquella pared me entretenía observando las maniobra de guardar y sacar las máquinas que allí se alojaban. Una pequeña locomotora, conocida coma "La Choca", se encargaba de efectuar esas maniobras, "subiendo" las locomotoras a un transportador con tracción eléctrica, que se movía en línea recta, ya que aquella Casa de Máquinas no tenía la típica "tornamesa" con tracción humana.

Buscando entre las cosas que dejó mi padre tras su fallecimiento, en enero del año 2009, hallé un instrumento metálico y junto a él una hoja de papel, con la típica caligrafía de mi papá, con una descripción de las partes de aquella pieza metálica. Desconozco el nombre técnico, pero deduzco que se trata de una especie de plantilla para verificar el estado del perfil de las ruedas de los trenes. Tendré que averiguar con viejos ferroviarios cómo se llama.

ACTUALIZACIÓN (11-MARZO 2011): Gracias a la publicación de Italo Martínez Rival, en su Blog "Vida de Trenes", he podido enterarme que este instrumento se llama "Calibre". Fotografías y descripción técnica se pueden ver en el post respectivo, haciendo clic aquí.


martes, 15 de diciembre de 2009

Recorriendo el pasado

El martes 8 de diciembre reciente viajé en el tren de la 9:30 horas hacia la estación ferroviaria de Pua. Mi intención era fotografiar al "Tren de la Araucanía", con su locomotora a vapor, a su paso por el centenario puente Quino, al Norte de aquella estación. Una hora y diez minutos de viaje me separó de la agobiante "civilización" y me llevó a disfrutar de una época en la que mi bisabuelo trabajaba en su oficio técnico de albañil, en la ruta ferroviaria que penetraba en Araucanía. Una vez que descendí del "Regional", me encaminé directamente al encuentro con el puente El Salto y más allá con el Quino.

TLD 503 en Pua

Ambos puentes tienen placas identificatorias del fabricante "Schneider & Cie", de Creusot, Francia y son del año 1893. Aunque, como todos los grandes puentes de la red ferroviaria que fueron reforzados en la década de los años 1920 (con variados métodos: más pilares, arcos, escuadras, tirantes, etc.), la estructura principal es la misma que fue instalada hace más de cien años y que han resistido temblores y terremotos y el inexorable pasar del húmedo tiempo del sur chileno. Un vistazo a la albañilería de aquella época me provoca asombro y admiración, por su calidad. Gran molestia, y hasta rabia, me produce el observar cómo gente descriteriada y malvada ha derribado muchas de las piedras de coronación que le daban un toque de arte y belleza a aquellas imponentes estructuras. No sólo lo he visto allí, si no que en varios viaductos ferroviarios que he visitado en el transcurso del tiempo.

Placa en el Quino

Antes de llegar a la mitad del viaducto que cruza la quebrada sobre el río Quino, el claxon de un tren que viene desde Victoria me sobresalta. Detengo mi caminar por los durmientes, miro hacia el Norte y la luz de los potentes focos del TLD que va hacia Temuco me hacen buscar urgentemente un lugar en donde ponerme. Me afirmo de la estructura, al borde del puente, apunto mi cámara y grabo la pasada del tren mientras todo el acero tiembla a mi alrededor, luego termino de cruzar esa elevada vía ¡con la adrenalina a tope!. Más tarde, la pasada del Tren de la Araucanía, rumbo a la ciudad de Victoria, marca el fin de mi espera en el Quino. Caminando por los durmientes, y venciendo el vértigo, regreso al acceso Sur del puente y bajo al fondo de la quebrada para fotografiarlo desde otra perspectiva.

Puente Quino

Regreso a la vía férrea y me encamino al El Salto. Éste se aprecia en mejor estado que el Quino; lo cruzo y busco un lugar desde el que pueda obtener imágenes del regreso por el lugar del Tren de la Araucanía. Escojo el sitio adecuado, instalo el trípode de mi cámara, luego me dedico a observarlo y tomo fotografías de aspectos que me parecen relevantes. De regreso al lugar escogido para filmar, me repongo del calor del día consumiendo abundante líquido; también me sirvo un par de plátanos y unos sandwiches. No hay que deshidratarse, ni menos pasar hambre...

Puente El Salto

A las 15:30 horas escucho desde el Sur el claxon característico de una gran locomotora Diesel y preparo en el trípode la cámara. Un minuto más tarde pasa rumbo al Norte un tren carguero por El Salto. Casi una hora más tarde se escucha el pito de la locomotora número 820 y filmo su pasada por el mismo puente. Mi meta está cumplida. Recojo mis cosas y me encamino hacia Pua. En eso recibo una llamada en mi teléfono celular. Un amigo que viaja con su familia en el tren turístico que acababa de pasar, me informa que el convoy se quedará en la estación Pua a la espera del Regional que viene desde Temuco, cruce que acontecerá en casi una hora más. Apuro mis pasos hacia Pua, en la aún calurosa tarde, llegando al lugar unos quince minutos después.

Pua: una de las interpretaciones acerca de su nombre

Unas fotos al Tren de la Araucanía detenido, otras a dos abandondas locomotoras a vapor y sus tenders, a una antigua casa y a la estación ferroviaria ocupan mi tiempo. La albañilería de la estación (inaugurada en el año 1891) me hace pensar que quizás las manos de mi bisabuelo estuvieron por allí, a sólo unos doce kilómetros de Victoria, en donde residía en aquella época.

Edificio Estación Pua

Antigua casa cerca de la Estación

La llegada del Regional desde Temuco y la partida hacia aquella ciudad capital del Tren de la Araucanía son captadas por mi cámara. A las 18:24 horas llega el Regional desde Victoria y lo abordo. Nos detenemos unos cortos momentos en Perquenco, Quillén, Lautaro, Lautaro centro, Pillanlelbún; una pasada sin detención en Cajón y finalmente la gran urbe de Temuco. La tarjeta SD de mi cámara está llena y yo culmino cansado, pero satisfecho este día. ¡Me agradan tanto estos viajes al pasado!

En mi canal de YouTube es posible apreciar un video con parte de la experiencia que he relatado, al que titulé "Cazando trenes".

sábado, 21 de noviembre de 2009

Los hijos: el amor y el dolor

La desesperada búsqueda que hace una madre de su hija extraviada, aparentemente en Chile, me hace escribir este post.

Una ciudadana de la República de Paraguay, haciendo uso de los recursos que internet puede proveer, me contactó a través de mi blog sobre investigación genealógica e historia familiar, solicitándome pudiera ayudarla a encontrar a su pequeña hijita. Aunque mi trabajo es la búsqueda de ancestros, no he podido negarme a su pedido, ante el cruel sufrimiento emocional en la que esta madre se encuentra, al no tener noticias de su pequeña desde más de tres meses.

Mi modesta ayuda es poder publicar la petición de auxilio que ella hace a los ciudadanos chilenos, especialmente a aquellos que tengan residencia en la Región Metropolitana de Santiago, comuna de Buin, zona en la cual tendría residencia la familia del padre de la pequeña, quien la trajo a Chile (hace casi dos años) por motivos de vacaciones, a la comuna de Buin, población Gabriela Mistral.

La ausencia de otros familiares que pudieran ayudar a esta acongojada madre, ciudadana paraguaya, además de otras difíciles y tremendamente complejas circunstancias que le aquejan, le hacen imposible dejar a otros dos pequeños hijos en Paraguay, viajar a Chile y dedicarse a la desesperada búsqueda de su hijita.

La pequeña niña se llama
MARÍA ALEJANDRA DE LOURDES OJEDA ANTEBI



El padre de la pequeña, ciudadano chileno, tiene por nombre
JUAN CARLOS OJEDA ABARZÚA

Solicito a los internautas chilenos, en especial a los de la Región Metropolitana de Santiago a que, en la medida de sus posibilidades, puedan prestar cualquier tipo de ayuda que lleve al tener noticias de esta niña extraviada. Compartan o envíen este post a sus conocidos, amigos y familiares en la comuna de Buin, quizás alguien sepa de una pequeña niña paraguaya o que quizás tenga un acento o tono diferente en la manera de hablar de un niño o niña de nuestro país.

Invito a los Directores, profesoras o profesores, padres y apoderados de los diversos colegios y escuelas en Buin o en Santiago, o en cualquier lugar de Chile, y a sus pequeños hijos que pudieran tener a María Alejandra de Lourdes Ojeda Antebi como compañerita de curso, a que envíen un mensaje anónimo en este post.

Mensajes, con sugerencias, datos o pistas, pueden ser posteados de manera anónima en este mismo blog.

La madre desea saber que su hijita está bien y, si fuera posible, al menos lograr escuchar su voz a través de un teléfono, lo que daría un alivio a su inmenso dolor maternal.

La deseperación que embarga a la madre de la pequeña está traducida en un pedido de misericordia al buen corazón y solidaridad de los ciudadanos chilenos.

¡ Muchísimas gracias por su posible colaboración !

domingo, 18 de octubre de 2009

Licor de oro de Chonchi

Regresando desde Detico (en el sur de la Isla de Chiloé), luego de haber participado de un emocionante encuentro con un integrante de una rama de la familia materna de mi madre, pasamos necesariamente por la pequeña ciudad de Chonchi, ya que mis hermanas habían encargado a mi mamá que les llevara el renombrado "Licor de Oro" de aquella localidad.

El licor de oro es una bebida alcohólica fabricada artesanalmente, en base a un aguardiente o alcohol de alta graduación (unos 90 grados), suero de leche de vaca, azafrán y cáscara de limón. La bebida pasa por un proceso de decantación de más de un semana, en el que se va extrayendo una nata hasta que ésta ya no aparezca más en el brebaje. Queda de un color amarillo transparante muy bonito.

Composición fotográfica que hice, con la botella que regalé a mi amigo.

Llegando a Chonchi no sabíamos dónde encontrar un lugar en el que se vendiera este típico producto, y era un día domingo. No se veía a nadie por las empinadas calles. Nos detuvimos en una esquina a preguntarle a un solitario hombre que acababa de aparecer en dicho lugar, justo en dirección hacia nosotros. Bajé la ventanilla de la puerta del vehículo y luego de saludar a aquel lugareño, pregunté por un sitio en el que pudiéramos adquiri el producto. El hombre dijo "¡aquí, a la vuelta de la esquina!". "¡Qué casualidad, justo aquí!", dijimos. Bajé del automóvil, junto con mi madre, y nos siguió mi sobrino. Tocamos la puerta de la casa y nos salió a atender una muy amable mujer. Le dijimos que nos habían dicho que allí se vendía el famoso licor de oro de Chonchi y preguntamos si disponía de varias botellas, a lo que aquella mujer, ya mayor, indicó que pasáramos al interior de su casa. Nos llevó hasta la gran sala de la cocina, en la que ella produce artesanalmente una gran variedad de licores, aparte del licor de oro: enguindado, licor de pera, licor de apio, enmutillado, rompón, licor de café, etc. Suis precios varías entre los dos mil y tres mil pesos por botella. Mi madre compró diversas variedades para llevar de regalo, mi sobrino compró un botella de licor de oro y yo otra. Ésta se la regalé a mi amigo Jaime, para su cumpleaños.

La artesana que produce esta gran variedad de mistelas se llama Rosa Pérez Pinto, y tiene su domicilio en la calle Centenario número 198, de Chonchi. Le pedí a ella una tarjeta de presentación , la que expresa: "Artesanía en Licores Con Recetas de la Colonia".

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Sangre Williche en mis venas !!!

El encuentro con un anteriormente desconocido pariente, ha abierto las puertas al maravilloso panorama de la historia de mis bisabuelos maternos, por línea materna. Una fotografía que capturé de la Bahía Detico en el mes de enero del año 2007 y que subí al sitio Web Panoramio proveyó el medio para, sin querer, encontrar a un primo hermano de mi madre, habitante de aquel lugar del Sur de la Isla de Chiloé.

Bahía Detico, Isla Acui y Volcán Corcovado

Los días 25, 26 y 27 de septiembre pasados, mi madre, mi hermano, un sobrino y yo disfrutamos de la generosa hospitalidad de nuestro pariente y de su cariñosa esposa. Más de setenta años habían transcurrido desde que Manuel Pérez había visto por última vez a mi madre, siendo ella una pequeña niña de tres años de edad, y él de unos cinco. Él recordaba el encuentro con su prima hermana (acaecido en el año 1938), pero mi madre nada conservaba en su memoria de aquel viaje a la Isla de Chiloé desde la lejana localidad de Corral (provincia de Valdivia), una vez fallecido en aquel puerto su padre Luis.

Mi hermano, mi sobrino y yo, en playa de Detico

Manuel nos relató la historia de cómo sus abuelitos (mi bisabuelos Benito Pérez Avendaño y Matilde) se conocieron y formaron una nueva familia, hechos que eran absolutamente desconocidos para nosotros. Mi bisabuelo Benito era un verdadero "chilote marino", como lo dice la letra de una canción folklórica chilena, quien junto a su padre tenían un negocio de venta de maderas en la Isla Lemuy, la que estaba deforestada. Para ello debían navegar en su propio lanchón velero, unos sesenta kilómetros hacia el Sur e internarse en el estuario del estero Paildad, en donde cargaban fina madera. En uno de los retornos a Lemuy la navegación se hizo imposible, debido al temporal que se levantó. El viento del Norte les hizo tener que entrar a "capear" el temporal en la Bahía Detico, pasando por la península Queilen. Mi tatarabuelo ordenó a su hijo y a otro tripulante del lanchón que bajaran a la playa a buscar agua dulce para preparar abordo la comida. En tierra firme hallaron a unos lugareños, los que les manifestaron que el temporal duraría dos días más, por lo que les invitaron a una festividad que habría. En aquel baile, en el que no faltaban ni guitarras ni acordeones, además amenizado por la música "envasada" que reproducía una "Victrola", mi bisabuelo Benito (que entonces, fines del siglo diecinueve, tendría unos dieciocho años de edad) conoció a una "indiecita" que le causó impacto y le hizo olvidar a la novia que tenía en Lemuy (el "cuero desabrido", según lo que contó a su nieto Manuel Pérez). Benito se casó con Matilde en Puqueldón en el año 1897, teniendo con ella ocho hijos, cinco varones y tres niñas. Al no tener tierras propias en la isla Lemuy, Matilde aconseja a su marido a que emigren hacia Detico, territorio ocupado por su famila ancestral. Benito ocupa allí una franja de terreno boscosa, en la ladera de una colina y con vista a la bahía; compra una yunta de bueyes "en dieciocho centavos oro", despeja y nivela el terreno, traslada grandes piedras, desde la distante playa, con las que establece las fundaciones de su rústica casa de madera; planta manzanos, traídos desde su natal Lemuy; y se dedica a la agricultura. Allí mismo mis bisabuelos terminaron sus solitarios días terrenales, tras haber emigrado todos sus hijos, incluída mi rebelde abuela (con 16 años de edad).

Lomaje y explanada en donde estuvo la casa de mi bisabuelo Benito

Manzanos y lugar en que estuvo la casa construida por mi bisabuelo, alrededor del 1900

Una partida de nacimiento rectificada de mi abuela Rosa Pérez, señala que la madre de ella se llamaba Matilde Aguilar Cárdenas, lo que en este feliz encuentro Manuel Pérez desmintió, lo que yo corroboré a través del hallazgo de la partida de matrimonio: mi bisabuela se llamó Matilde Ayan Maripillán, descendiente de los nativos chilotes de la etnia mapuche, de identidad williche ("gente del Sur"). Debido a la discriminación que sufrían estos ancestros míos, por el apellido indígena, tuvieron que adoptar apellidos españoles. En lo personal, me he sentido inundado de un grato sentimiento de orgullo, al enterarme de que llevo en mi identidad genética los genes de una raza que vivía en las islas del archipiélago de Chiloé antes de que el conquistador español llegara a instalarse, construyendo fortificaciones y fundar villas y poblados. Ésta es mi alegría: llevar sangre williche en mis venas.

Vista hacia la Bahía Detico

martes, 22 de septiembre de 2009

La Santa Biblia: Reina-Valera 2009


Ya está disponible la edición SUD (Santo de los Últimos Días) de la Biblia en el idioma español. Su texto está basado en la edición Reina-Valera del año 1909 "y ha sido revisado de manera muy conservadora", haciéndose "énfasis en la modernización de cierta gramática antigua y de vocabulario que ha variado en lo que respecta a significado y aceptabilidad."

La diferencia entre la edición SUD y las otras ediciones en español usadas anteriormente por La Iglesia de Jesuscristo de los Santos de los Últimos Días, todas publicadas por las Sociedades Bíblicas Unidas, es que el texto bíblico se basa en la edición Reina-Valera del año 1909, escogida debido a la disponibilidad de los derechos de autor y al reconocimiento general de la calidad de esa traducción, haciéndosele algunas actualizaciones muy conservadoras en lo que respecta a gramática y vocabulario antiguos, usados hacen cien años atrás.

La edición SUD cuenta con diferentes ayudas para el estudio, tales como:
  • una página introductoria en la que se reconoce la labor de los traductores originales, dando una reseña de lo que contiene la edición SUD;
  • un encabezamiento en cada capítulo, el que ofrece al lector un breve resumen del contenido de cada uno de ellos;
  • notas explicativas al pie de página, que definen términos poco comunes y que se vinculan con temas relacionados en la "Guía para el estudio de las Escrituras", el que forma parte de los ejemplares de la "triple combinación" (un sólo tomo que contiene al Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y La Perla de Gran Precio);
  • pasajes correlacionados, que ayudan a los lectores a encontrar pasajes de las Escrituras que se relacionan entre sí entre los libros canónicos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (la "Santa Biblia", el "Libro de Mormón", "Doctrina y Convenios" y "La Perla de Gran Precio");
  • una guía de referencias de la Santa Biblia, que incluye referencias clave agrupadas bajo los encabezamientos "Trinidad", "Temas del Evangelio", "Personas", "Lugares" y "Acontecimientos";
  • selecciones en español de la traducción que realizó José Smith de la Santa Biblia en el idioma inglés;
  • fotografías y mapas bíblicos a color, que ayudan a los lectores a visualizar la geografía y los nombres de los lugares de los lugares bíblicos.
La edición SUD de la Santa Biblia está también disponible gratuitamente en formato de texto electrónico y en formato de audio mp3 aquí.

Los ejemplares impresos y las grabaciones de audio en formato CD están disponibles para su adquisición, a través de los Centros de Distribución de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pudiéndose ver precios por país y opciones de pedido aquí.

lunes, 27 de julio de 2009

Otro anciano de la familia se ha ido

Pedro Alejandrino Hernández Aguilera, de 76 años edad, hijo de don Roberto Alejandrino Hernández y de doña Aurora Aguilera Aguilera, vecino de la localidad de Bulnes, en la provincia de Ñuble, ha fallecido. El triste acontecimiento ocurrió el sábado 25 de julio de 2009, en el hospital de la ciudad de Chillán, debido a un nuevo accidente vascular cerebral, causado por presión arterial alta, enfermedad que ha perseguido a todos los que llevan la sangre de los Aguilera, incluido mi ya fallecido padre. Junto a mi hermano viajamos hasta la localidad de Bulnes para acompañar a su viuda y a su único hijo.

23 de agosto de 2008. El autor de este blog junto a don Pedro Hernández Aguilera y su familia

Llegué a conocer a don Pedro Hernández Aguilera el 23 de agosto del año 2008, como resultado de la investigación histórica y genealógica que estoy efectuando sobre mi familia. Era nieto de don Pedro Aguilera Utreras (un veterano de la Guerra del Pacífico) y de doña Eumenia Aguilera Aguilera. Esta última fue hija de don Santos Aguilera Marchan, quien a su vez era hermano de mi bisabuelo Domingo Aguilera Marchan.

En el responso efectuado en el Cementerio de la localidad, gracias a la petición que mi hizo su hijo Pedro Hernández Cisternas, tuve la oportunidad de decir unas palabras sobre mi lejano pariente, en especial sobre sus valores morales y su amor por su tierra, transmitidos desde generaciones en la familia, entre cuyos integrantes estuvo su abuelo Pedro Aguilera Utreras, quien a la edad de 16 años se enroló en las fuerzas que conformaron el Batallón Chillán, futuro Regimiento Chillán que participó en la Guerra del Pacífico, hacia finales del siglo diecinueve.

Un hecho importante en mi vida fue alcanzar a compartir con don Pedro Hernández Aguilera en dos oportunidades, ya que los ancianos miembros de la familia van desapareciendo y sus recuerdos sobre los ancestros se van con ellos. Por ello es que me hallo empeñado en descubrir a estos miembros de la familia, para alcanzar a rescatar la historia de quienes la vivieron y quienes han aportado sus valores al patrimonio familiar.

viernes, 24 de julio de 2009

Digan ¡Adiós a los cuentos de hadas!

Aprendí a leer antes de ir al primer año de la escuela, y ésto me permitió tener acceso a mi primera afición: la lectura. ¡Cuánto me agradaban los cuentos y las historias fantasiosas! Aún recuerdo el haber leído y releído muchas veces un libro que me fue regalado: "Cuentos de hadas famosos". Mi imaginación trabajaba a todo dar y me gustaba sentir que yo era el caballero de la armadura reluciente, que rescataba a los desvalidos o impresionaba y enamoraba a hermosas y tan femeninas princesas. No me di cuenta, pero mi mente y parte de mi personalidad soñadora y la incorporación de ideales, acerca de las personas y las situaciones de la vida, se estructuraron en aquellos primeros años de mi vida con la cooperación de esos sanos relatos y su intrínseca fantasía.

Ya pasada la medianía de los cuarenta años de edad he meditado en cuanto a los dolorosos episodios de mi vida, relacionados con ideales imposibles y con mis sentimientos que he sentido traicionados. Frustraciones, oscurísima depresión y desilusiones de todo tipo martillaron mi vida en los últimos seis años. El análisis que he hecho a mi vida me ha llevado a la siguiente conclusión: que el relatar, leer y el hacer crecer con la fantasía de los hermosos cuentos de hadas NO ES LO MÁS SANO PARA UN NIÑO O NIÑA.

Hace un par de días escuché en la radio el comentario de un psicólogo que reafirmó en mí esta idea, lo que me ha dado un apoyo extra para plantearlo en mi blog.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua dice acerca de la palabra "Fantasía: Facultad que tiene el ánimo de reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas o lejanas, de representar las ideales en forma sensible o de idealizar las reales." O sea, fantasía es ilusión, presunción, invención o ficción, casi podría decirse una real mentira. Con ello, los cuentos de fantasía conducen a la creación en la mente infantil de imágenes de personas y situaciones que en la realidad casi nunca existirán. Un ejemplo: niños que idealizan a sus madres y al género femenino, o niñas que idealizan a su padres y al género masculino. Me he llegado a preguntar si ¿no ha sido eso la base que motiva el deterioro o la destrucción de las relaciones de pareja?. ¿Han dicho o han escuchado decir "Yo creía que tú eras así o asá", "Me has decepcionado", "Me desilusionaste", etc.? Idealizar a las personas, pensando que todas tienen buenos sentimientos, que todas desean "la paz mundial", que todos te estiman, que a muchos les interesas sinceramente, no es real. Sí, debemos aspirar a creer en lo mejor y a construirlo hasta donde podamos (más la ayuda extra del Supremo Hacedor), pero con los pies en la realidad de que el ser humano, en su forma "natural" (alejado de lo Divino), es envidioso, ocioso y egoísta.

Entonces, ¿qué relatar a nuestros niños? He expuesto a mis conocidos que lo mejor es hablar a los pequeños de situaciones reales, expuestas de una manera comprensible a sus mentes. ¡Qué mejor que las experiencias propias! Relatar, por ejemplo, que por haber obedecido a una instrucción o regla se evitó un accidente; que los abuelos vivieron en una época en que vivir era difícil, pero que con mucho ahínco pudieron salir adelante; que por haber hecho lo correcto ocurrió tal o cual cosa; que el decir la verdad resultó en un bien, etc. A quienes sean cristianos, les digo: lean a sus niños de las Santas Escrituras los abundantes relatos y enseñanzas que en ellos hay, acerca de personas reales y que existieron en el pasado. Lo mismo para quienes posean otras buenas y edificantes creencias religiosas o espirituales.

Debemos dar forma a las pequeñas mentes con la realidad y no con ficción o vana ilusión. Que las historias verdaderas del pasado y del presente sean ahora para los infantes una positiva influencia en sus mentes en proceso de estructuración, para que en el futuro ellos vivan y tomen decisiones más acertadas con la realidad.

martes, 30 de junio de 2009

Los diez años de Blogger

Blogger ha sido para mí un gran descubrimiento! Me ha permitido expresar mis ideas, mis experiencias y mis aficiones. También me ha ayudado a conocer a personas que tienen intereses muy semejantes a los míos y que se toman el tiempo de leer mis posts. Con Blogger me siento un ciudadano del mundo, pues he descubierto que mis blogs son visitados por personas de distintos lugares de la Tierra, algunos llegados hasta aquí por que el navegador y el buscador le han mostrado mi dirección en la gran Internet.

He descubierto que poseo un talento que estaba oculto: el expresar mis descubrimientos, ideas y emociones a través de un medio escrito, como lo es el espacio que provee Blogger para ello. Blogger me ha ayudado a ir perfeccionándome en este tipo de expresión, lo que ha sido demostrado con emails de lectores que me han felicitado por lo que publico, provocándome una satisfacción personal al saber que puedo ser útil a alguien sin tener que estar presente físicamente.

En agosto de 2009 acontece el décimo aniversario de Blogger y, de antemano, expreso mis agradecimientos a este medio y a todos aquellos internautas que dedican parte de su tiempo a leer y a seguir mis distintas publicaciones, manifestadas en mis blogs "Al-Usul, Al-Wusul", "Redimiendo a mis raíces", "Bitácora de mi bicicleta" y a mi recien nacido "Genealogía e historia familiar en Chile".

MUCHÍSIMAS GRACIAS BLOGGER E INTERNAUTAS DEL MUNDO !!!

miércoles, 24 de junio de 2009

Encontrando a la familia en Internet

Ésta fotografía ha permitido el "encuentro" de descendientes de dos líneas familiares que se unen en un antepasado común, un chileno de la Isla de Chiloé, Chile, del ya distante principio del siglo veinte.

En el verano del año 2007 (la fecha está impresa en la fotografía misma) mi hermano y yo visitamos fugazmente la Isla de Chiloé y nos encaminamos hacia la tierra de los antepasados de mi madre. En un día y medio visitamos varias importantes localidades, pero nuestro destino era la costa Este de la isla, en la zona que fue el refugio y residencia de los padres de mi abuelo materno: el puerto de Queilen. Luego de estar allí y al comenzar a regresar por el camino que nos llevaría de regreso a Chonchi, tomamos el desvío a la caleta Detico, lugar en donde mi abuelo residió en su juventud. Tomamos varias fotografías para el recuerdo, y una de ellas fue la que puse en el sitio web "Panoramio", y es la que está en este post.

Ayer, revisando mi casilla de correo electrónico, encontré un mensaje de Panoramio en el que se me informaba que había sido escrito un comentario en relación con mi fotografía de Detico. La persona que firmaba el comentario tenía un apellido familiar: el materno de mi madre. Escribí inmediatamente un mensaje a la dirección de correo electrónico que aparecía, y hoy me fue respondido. Resultado: el "comentarista" ¡resultó ser un pariente! El antepasado común, en mi caso, es mi bisabuelo materno don Benito Pérez Avendaño.

Firmemente creo que el encontrar a representantes de descendientes de otra líneas de la familia es muy gratificante, pues lo que llega a compartirse con ellos tiene que ver con cálidos lazos fraternales que unen verdaderas redes en los que han crecido y se han desarrollado integrantes de distintas generaciones, cada cual con sus costumbres y valores propios, de los cuales uno llega a ser el resultado final, una especie de amalgama de elementos incorporados por aquellos: un ser humano que, si no tiene por compañía a su historia familiar, no llega a comprenderse cabalmente a sí mismo.

Por eso digo ¡Viva el buen uso de la Internet! y ¡Bravo, por los buenos sitios web!

lunes, 27 de abril de 2009

Levantando la vista y limpiando el interior

He descubierto, tras levantar un poco más la vista, algo que se puede aplicar a la vida interior de una persona, aún de mi mismo.

Hasta hace poco, el salir de mi trabajo y alcanzar a efectuar algunos trámites y necesarias compras en el supermercado, antes de regresar a casa y encerrarme en ella, había sido una tradicional costumbre mía. En este ya tradicional trayecto desde mi trabajo, y hasta el lugar en el que subo al transporte público, no hacía más que recorrer las calles del centro de mi ciudad observando horizontalmente y en sólo cierto ángulo vertical de la panorámica: desde el suelo y hasta las vitrinas de los locales comerciales y unas pocas veces los anuncios publicitarios que requieren que el cuello se incline hacia atrás más de veinte grados o que la vista se lleve más allá de nuestra tradicional costrumbre. Un día me 'animé' a mirar qué había más arriba, desde el segundo piso de las edificaciones y aún más allá, y ... ¡oh!, ¡sorpresa!, un "nuevo mundo" apareció ante mis ojos. La verdad es que lo que hay más allá ha estado allí por mucho tiempo, pero lo "tradicional" o lo que es "normal" realizar me había quitado la oportunidad de ver detalles y otros elementos pertenecientes a la arquitectura urbana, especialmente en las edificaciones más antiguas. Tras los letreros luminosos y de los de publicidad estática están las verdaderas fachadas de los edificios, ocultos por la parafernalia que nos invita a acercarnos a la tienda y a comprar. Descuidados muros, estucos derruidos, modernos recubrimientos desprendidos; ventanas que alguna vez permitieron observar la calle desde lo alto, pero que ahora muestran desorden hacia el interior, etc., o sea, tras la "fachada" o "cáscara" o "imagen" o "apariencia" existe otra versión de las cosas, ¿o la real?.

Meditando en cuanto a este 'descubrimiento' recordé algo relacionado con estas apariencias en la propia conducta humana: "... limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia."; "... sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad." (Mateo 23:25-28). Esta tendencia humana a enmascarar, maquillar u ocultar lo que es feo, en vez de reestructurar, deshacerse definitivamente de lo corromopido e inútil es muy antigua, y es propia del conformismo y de procurar 'economizar' o hacer el mínimo esfuerzo antes de efectuar un más doloroso cambio. Ya no me refiero a lo tangible, material o físico, si no que a la transformación en un ser viviente "mejor". Creo firmemente que éste es el mensaje del Evangelio, no cambiar la apariencia externa de la persona o una manera mentirosa de actuar, si no que efectuar un cambio interno que, en forma consecuente, produce cambios externos.

Si el ser humano ha sido tradicionalmente formado desde su infancia o el entorno cercano, con elementos que le hacen preocuparse principalmente de lo que debe aparentar y no de lo que debe ser, se transforma en "pura cáscara", sin contenido valioso.Pero ésto se puede revertir. Cuando un inversionista adquiere un inmueble que es viejo pero al que vale la pena conservarlo, por que es hermoso o representa algo importante, debe efectuar un financiamiento acorde con su preservación y hacerlo un lugar atractivo. En estos casos el costo inicial es alto y, probablemente, la recuperación de la inversión es a largo plazo, aunque con contínua amortización con los ingresos de dinero. Me imagino que es lo mismo con una persona, y éste es el deseo del Creador hacia nosotros: nuestra transformación hacia una clase de ser superior o perfeccionado, abandonando modos o posturas falsas o malignas, básicas, degradantes o hasta animalescas. Nos invita a usar nuestras emociones para ser positivamente proactivos y constructivos y no malignamente reactivos.

'Levantar la vista', hacernos una instrospección (comparándonos con el Modelo), evaluar si somos duraderamente felices con nuestra tradicional y reactiva manera de ser, y luego limpiar ese interior de nuestro 'vaso', realizando una fuerte inversión (a veces dolorosa) debe ser el proceso a seguir. El resultado será la amortización de una parte de la cuantiosa deuda que hemos creado en nuestro paso por esta vida, lo que da paz y energía para seguir el duro camino de ganar experiencia en esta nuestra existencia terrenal. Si hacemos esos cambios, el resto de la deuda ya está pagada, no nos será cobrado y estaremos libres del justo castigo que se aplicará al estafador.

¡YO LO HE PROBADO, LO HE DISFRUTADO, Y LO VUELVO A DISFRUTAR CUANDO ME EVALÚO Y HAGO CORRECCIONES EN MI VIDA!

jueves, 9 de abril de 2009

La cantera de Metrenco: algo de su historia

Suicidios, accidentes y otros hechos son asociados a la existencia de la denominada Cantera de Metrenco, ubicada a unos tres kilómetros al Sur de Padre las Casas, en la comuna del mismo nombre, y a unos ocho desde Temuco, en la misma dirección cardinal.

La literatura que conozco hace referencia por primera vez de aquel sitio en el libro "Diez años en Araucanía 1889-1899", cuando el joven ingeniero belga Gustave Verniory señala que la vía férrea en construcción, desde Temuco a Pitrufquén, debía pasar por el extremadamente duro terreno de Quinquer, como se denominaba al sector antes de ser renombrado. Mucha pólvora y dinamita debió utilizarse para aplanar el lugar, e incluso debió excavarse un túnel de doscientos metros en la roca viva para cumplir con el trazado diseñado por los ingenieros. En uno de los pozos construidos para el efecto de dinamitar y producir el desprendimiento de toneladas de roca, ocurrió un lamentable accidente laboral. Un obrero que encendió la mecha de una carga explosiva al interior de un foso murió destrozado por la explosión, al caer al fondo tras cortarse la cuerda por la que subía a la superficie. Posiblemente la caída lo dejó inconsciente y no pudo apagar o quitar la mecha, lo que le hubiera permito sobrevivir.

La durísima tarea de allanar el sector demoró muchos meses, lo que hizo pensar a Verniory en modificar el trazado ferroviario, unos metros más hacia el Este. Una vista áerea (con GoogleEarth) muestra que la vía férrea efectivamente se desvía hacia el Este en una larga curva que "rodea" a la hoy conocida Cantera de Metrenco.

Los estudios científicos señalan que el afloramiento de la roca, manifestado en aquel peñón, es del "tipo andesítico y basáltico afaníticas, grises oscuras, algo negruzcas", o sea de características volcánicas: "andesita: roca volcánica compuesta de andesina, propia de la Cordillera de Los Andes"; "afanítico: microcristalino". Se piensa que un ciclo eruptivo pre miocénico habría generado aquel tipo de cerro de roca, o sea, hacen más de 25.000.000 de años atrás.
Acceso a la cantera, desde el lado de la vía férrea

Hacia principios de los años 1900, de aquella cantera se extraía piedra para el adoquinado de las principales calles de la ciudad de Temuco, vestigios que aún se pueden observar, por ejemplo, en el tramo de Avenida Balmaceda que pasa por el frente del Cementerio General de Temuco y en algunas calles perpendiculares aquella, en el mismo sector.

En el año 1958, un destacado ciudadano alemán e importante comerciante, industrial e inversionista de la ciudad de Concepción, don Julio Plesch Asmus, regularizó la posesión de aquellos terrenos comprando un retazo de casi cinco hectáreas a la Comunidad Rapimán, en la que se encontraba la cantera. En aquella época el señor Plesch llevaba extrayendo piedra por más de veinte años, mediante varias concesiones de la Empresa de los Ferrocarriles del Estado, instalando una gran faena en el mismo lugar, con una planta de chancado en la que producía balasto para las vías férreas, siendo el administrador de aquella industria el ingeniero civil industrial don Carlos Hepp Klapp.

Antiguo anuncio publicitario de la firma de don Julio Plesch

En el año 1968 el señor Plesch inscribe la manifestación minera y la pertenencia minera en el Registro de Minas del Conservador de Bienes Raíces de Temuco, señalando haber decubierto "un yacimiento de oro, fierro, rocas y otras pastas, siendo la roca el material que contiene los metales antes anotados.- El punto de hallazgo se encuentra a unos doscientos metros al Oeste de la línea del Ferrocarril y a unos veinticinco metros al Este del antiguo Camino Público a Temuco.-".

Al descontinuarse el contrato con la Empresa de Ferrocarriles del Estado, la planta paralizó sus faenas, siendo explotada más tarde por otras empresas, como por ejemplo "Gender Limitada".

Al fallecer el señor Julio Plesch Asmus, sus descendientes inscribieron los terrenos a su favor. Actualmente los terrenos que ocupa aquella gran excavación se encuentran en la ex comunidad mapuche que encabezó el cacique Antonio Rapimán, en el lugar Licanco, y se identifica como Hijuela número 112 en la división que hizo el Instituto de Desarrolo Agropecuario de aquella ex comunidad.

miércoles, 1 de abril de 2009

Historiador Familiar

La cantidad de tiempo que llevo realizando búsqueda de información y estudiando los antecedentes reunidos, referentes a mis ancestros, me han permitido ganar bastante experiencia y ya me considero un profesional en la investigación histórica familiar. He creado otro blog en el que expongo temas de interés y en el que también ofrezco mis servicios como investigador. Quien tenga el interés de cómo saber más acerca de sus antepasados pueden ver mi blog haciendo click aquí.

Aquí aparezco leyendo un microfilm

Aunque el tener que cumplir con un horario de trabajo, como empleado en un medio relacionado con el ámbito legal inmobiliario, me impide tener más tiempo para realizar la tarea de hallar datos y documentos que me ilustren sobre las personas y "la vida y obras" de todos aquellos que he ido encontrando, tengo la impresión que tengo lo suficiente para escribir la historia de una de mis ancestrales ramas familiares.

Conversando sobre el tema con diferentes personas, me han comentado el que desean conocer historia de sus familias, pero que es muy difícil para ellas, ya que "nadie ha guardado papeles", o "los botaron a la basura", o les han dicho que "no existe información". A todos ellos les he relatado mis variadas experiencias sobre el asunto, hasta aquellas que se pueden considerar como milagrosas, por la manera inexplicable en que antiguos documentos originales han aparecido, dándome las más perdurables satisfacciones y alegrías al conocer sobre la existencia de gente que alguna vez vivió y que han sido olvidados por no haber dejado diarios de vida u otros recuerdos de su pasada por este mundo. Mi testimonio es que siempre hay algo que nos vinculará con ese antecedente que nos declarará la presencia, en alguna pretérita época, de una persona que fue nuestro ancestro o alguien que con su presencia influyó en nuestra familia. Inclusive me he dedicado a averiguar información histórica sobre los lugares en los que mis antepasados habitaron y el contexto histórico en el que sus vidas se desenvolvieron, de manera que tengo una visión más cabal sobre ellos, entendiendo sus penurias y las decisiones que tuvieron que enfrentar en algunas épocas de sus vidas.

Año 2007. Personas que capacité sobre historia familiar, en la localidad de Cunco

Este interés de otras personas por la búsqueda de historia familiar y de parientes ya idos de este mundo, y de su "imposibilidad" de hallar documentos relacionados con ellos, me ha dado la idea de ofrecer mis servicios remunerados, con las respectivas formalidades de carácter legal tributario, como lo es el tener declarada una Iniciación de Actividades, con la respectiva emisión boletas de honorarios, por lo que desde ya estoy disponible al requerimiento de cualquier persona interesada que desee saber sus orígenes o sobre aspectos históricos de su familia, especialmente chilenas, de cualquier lugar del país, aunque puedo dar orientación en la búsqueda de ancestros que hayan llegado a Chile con el carácter de colonos, o con otros motivos.

Tras una búsqueda detallada, aparece la información

La tarea de investigación tiene muchas facetas. En algunas ocasiones el avance es extraordinariamente rápido, pero en muchas otras sólo existen incógnitas y hay que utilizar pocos datos y utilizar el método de extrapolar y seguir "tincadas", hasta lograr el hallazgo del documento que atestigüe o verifique aquel dato que enriquecerá el contenido de la historia familiar. Es por ello que en la investigación histórica y genealógica los plazos son relativos. Los antecedentes iniciales correctos y fidedignos ayudan mucho en la búsqueda de otros, y en la rapidez de encontrar nuevos. Las historias y la tradiciones orales que estén en la memoria de una persona pueden ayudar en una orientación general, pero aquel "viejo papel" que está guardado en algún rincón de sus pertenencias es quizás el punto de inicio en la dirección correcta. También me es necesario declarar que a medida que se requiera encontrar información cada vez más antigua, el tiempo empleado por el investigador para hallarla es aumentado proporcionalmente; lo mismo se aplica a familias constituidas en zonas extremas del país, en donde el registro de personas no siempre es posible hallarlo de manera inmediata.

No me puedo autodenominar un "genealogista", ya que para mí este término no explica la real dimensión de mi trabajo, por lo que me he puesto el título de "Historiador Familiar", el que me satisface más plenamente, debido a que posee una doble función: genealogista e historiador. Los términos están definidos en el Diccionario de la Real Academia Española, de la siguiente forma:
  1. Genealogista. Persona entendida en genealogías y linajes, y que escribe sobre ellos.
  2. Historiador. Persona que escribe historia.
Éste es mi ofrecimiento: ayudar a abrir las puertas al conocimiento de vuestros ancestros y al encuentro con las raíces, que le ayudarán en la comprensión del porqué de su manera de ser. ¡Queda hecha la invitación!

Ésta es mi dirección de correo electrónico:

historiador.familiar@gmail.com

miércoles, 11 de marzo de 2009

De porqué amo el mar...

Emotivo me ha sido reconocer que mis venas llevan un gran porcentaje de "sangre chilota", por mis ascendientes maternos. Los ancestros paternos de mi madre son de la zona de Detico, cercana a Queilén, en la región Sur Oriental de la Isla de Chiloé, y los maternos son de la Isla Lemuy, cruzando el Canal Yal, casi frente a la localidad de Chonchi, al Sur de Castro.

Rumbo a Chacao, abordo del "Gobernador Figueroa"
Palafitos de Castro
Queilén, desde el mirador
El faro de Punta Queilén
Caleta Detico, a seis kilómetros de Queilén
Desde Chacao a Pargua

El día 10 de marzo recién pasado, en el día del cumpleaños de mi madre, conversando con su hermana, mi tía Georgina, acerca de la historia de la familia materna todos "chilotes netos", con emoción comprendí de dónde proviene mi gusto, aprecio y amor por el océano. Ella me relató que varios hermanos varones de Rosa Pérez, mi abuela materna (naturales de la isla Lemuy, al sur de Chonchi), fueron navegantes en la zona de los canales de la Isla de Chiloé y en las rutas hacia la región más austral de Chile, Aysén y Magallanes. La familia de mi abuelo materno también fue de chilotes, de la zona de Queilen.

Recordé, también, que hace muchos años mi madre comentaba con amistades de lo embelesado que yo observaba la bahía y los buques que se hallaban en la Base Naval desde un departamento perteneciente unos amigos, padrinos de bautismo infantil de mi hermana, ubicado en el cuarto piso de un edificio en la calle Colón del puerto de Talcahuano. Eso debió ocurrir a principios de los años setentas. A fines de esa década, cuando estaba por ingresar a la enseñanza media, mi madre me entregó un sobre que había llegado por Correo, dentro del cual venía un folleto de la Escuela Naval Arturo Prat. ¡Me devoré toda lectura! ¡Eso era lo que yo quería ser: un oficial de la Armada de Chile! Mi madre estaba de acuerdo... pero mi padre, por razones que nunca conocí, nunca me dio su aprobación o consentimiento. Esa ha sido una de mis frustraciones existenciales.

Más tarde, en el año 1982, cuando estuve de pensionista en el mismo domicilio descrito anteriormente, debido a mis estudios universitarios, los grandes ventanales de aquel departamento me transportaban a esa mágica visión del puerto, sus buques y barcos. Una de las actividades extracurriculares que escogí en la Universidad fue un curso de navegación a vela. En la bahía, el Club de Yates de la universidad tenía un pequeño velero de la clase "Snipe", en el que con otros compañeros aprendimos de nombres de cuerdas, amarras, de "babor" y "estribor", de la vela "mayor" y del "foque", de "puños" y "sables", y de las nociones de la navegación con el impulso de la brisa marina. Era un real placer el navegar.

Y así, el transportarme sobre las diversas superficies acuáticas, abordo de una nave de cualquier tamaño, siempre ha sido un deleite para mí. Dos de las aún recientes experiencias de navegar, que recuerdo con alegría y mucho agrado, tuvieron que ver con un viaje de vacaciones con mi hermano en el verano del año 2007, y, poco después, para el cumpleaños de mi madre. En el primer viaje pudimos visitar la isla de Chiloé. El cruce de Pargua a Chacao fue con mal tiempo, pero pese a la lluvia y el fuerte viento reinante, de igual manera estuve en la cubierta del ferry "Gobernador Figueroa". Al regresar abordamos el ferry llamado "Fiura", nombre de un ser femenino de la mitología de Chiloé, y fue con día muy luminoso y soleado. Ningún atisbo de mareo u otro malestar relacionado con la falta de experiencia de navegación marítima hubo en aquellos viajes. Lo mismo aconteció con el viaje desde Niebla hasta el puerto de Corral, durante el viaje de regalo de cumpleaños que le dimos mi hermano y yo a nuestra madre.

La Bahía de Corral, desde Niebla
Navegando desde Niebla hacia Corral

A mi tía le señalé que esto del gusto por el mar y el navegar va en nuestra sangre "chilota", a lo que ella respondió con una recomendación: "A mi encanta el mar. Si hubiera sido hombre, yo habría yo sido marino. Ahórrate unos pesos y viaja en un viaje turístico por los canales del Sur. Nunca se te olvidará". No sé cuándo podrá ser eso, pero de que voy a navegar en Chiloé ¡lo haré nuevamente!

Navegando rumbo a Corral




Actualización: En septiembre de 2009 pude descubrir con emoción profunda (casi hasta las lágrimas) que uno de mis bisabuelos y su padre (mi tatarabuelo) tenían un lanchón velero, en el que trsnsportaban y comercializaban maderas en el sur de la isla de Chiloé. El post se llama "Sangre huilliche en mis venas".

sábado, 28 de febrero de 2009

Baldwin Tipo 80 N°820 y el Tren de La Araucanía

Información en el acceso al Museo Ferroviario de Temuco

Aquí inserto algunas vistas fotográficas y de videos capturados en la Casa de Máquinas del Museo Nacional Ferroviario Pablo Neruda de Temuco, los días viernes 30 de enero de 2009, sábado 14 de febrero de 2009, y el día del viaje a Victoria en el Tren de La Araucanía, el domingo 15 de febrero de 2009.

En las indicadas fechas, fue muy agradable tener entretenidas conversaciones y escuchar a dos ex funcionarios de la Empresa de los Ferrocarriles del Estado de Chile, don Francisco Pedreros y don Sebastián Soto.

Conversando con don Francisco Pedreros

Coincidentemente, ambos conocieron a mi padre en la década de los setentas, uno de ellos cuando mi padre había recién ascendido a Inspector de Tracción en Temuco, y el otro cuando mi padre era el jefe de la Casa de Máquinas de la ciudad de Osorno. Don Francisco Pedreros trabaja para el mencionado Museo como experto en la restauración de equipos ferroviarios; también trabaja como ayudante del maquinista de la locomotora número 820 del Tren de La Araucanía. Don Sebastián Soto es el maquinista de la "Montaña" N°820, y su preocupación, antes de efectuar los viajes turísticos, es la de asear y lubricar a la locomotora, y de operar la máquina en los viajes hacia Victoria y viceversa, o en otros viajes especiales de aquel tren, contratados principalmente por turistas extranjeros.

El maquinista de la 820, don Sebastián Soto

El domingo 15, día del viaje del Tren de la Araucanía a Victoria, llegué lo más temprano que pude al recinto del Museo. Pude así tener imágenes de la locomotora aún en la Casa de Máquinas, al ser subida a la tornamesa y enganchar al tren, y, por último, salir abordo de la N°820 rumbo a la estación de Temuco y desde allí hasta la ciudad de Lautaro, en donde ocupé el asiento que había comprado, para completar el viaje hasta Victoria y regresar más tarde de regreso a Temuco.

Así cumplí con parte de de mi sueño, de poder tener imágenes y vivencias ferroviarias, como las que tuvo en los años 1950, 1960 y 1970 mi ya fallecido padre.

Regresando a Temuco

Aquí presento algunos de los vídeos, que muestran parte de mis vivencias. Para hacer más liviana la página dejo los links a Youtube:

  1. Casa de Máquinas de Temuco
  2. El vapor de la 820
  3. Maquinista de la 820
  4. La 820 en la tornamesa de Temuco
  5. La "Montaña"N°820
  6. Lubricando a la 820
  7. La 820 saliendo del Museo
  8. La 820 rumbo a Lautaro
  9. La N°820 en Victoria
  10. La N°820 en la tornamesa de Victoria
  11. La N°820 rumbo a enganchar el Tren de La Araucanía
  12. Tren de La Araucanía rumbo a Temuco

jueves, 19 de febrero de 2009

Elementos de una locomotora a vapor

Yo, junto a la Tipo 70, "Mikado", N°708. San Rosendo, septiembre de 2007.

Para mucha gente, el cómo funciona una locomotora a vapor es un misterio. Especialmente para quienes no crecieron en el ambiente ferroviario, o las actuales "nuevas generaciones", que ni siquiera saben de lo vital que era el abastecimiento de agua para que estuviera operativa, o con qué combustible se alimentaba al fuego del fogón.

En la estación de Victoria, el día domingo 15 de febrero de 2009, entre los curiosos que conversaban con el maquinista de la locomotora número 820 del turístico Tren de la Araucanía, había personas que querían saber cómo "se hacía partir a la locomotora", algo así como "dónde está la llave de arranque del motor" (¡¡¿¿???!!!!); o para qué era el carbón que se transportaba en el ténder... ¡Cuánta información se ha perdido con el transcurrir de los años! El viejo maquinista tenía que explicar que el carbón se quemaba en el fogón para producir calor, que hace hervir el agua en la caldera y que allí se producía vapor, el que era ocupado para mover unos pistones dentro de unos cilindros, los que empujaban a las bielas, las que finalmente impulsaban a las ruedas motrices. Creo que muchas mentes no pudieron comprender cabalmente este proceso físico y mecánico...

Urgueteando en internet encontré la descripción de las partes de una locomotora a vapor. Aunque la imagen muestra a una del tipo de disposición de ruedas 2-6-2, ella, en general, tiene las mismas partes y elementos de una de mayor tamaño. Para quienes deseen conocer los elementos de una locomotoa a vapor, aquí les dejo los datos:

Elementos de una locomotora de vapor

1. Hogar (fogón); 2. Cenicero; 3. Agua (interior de la caldera); 4. Caja de humos; 5. Cabina; 6. Ténder; 7. Domo del vapor; 8. Válvula de seguridad; 9. Regulador; 10. Cabecera del recalentador en el conducto principal del vapor; 11. Pistón; 12. Tobera de salida del vapor; 13. Mecanismo de accionamiento de la distribución; 14. Palanca de accionamiento del regulador; 15. Bastidor; 16. Bisel posterior; 17. Bisel anterior; 18. Cojinete y eje de rueda motriz; 19. Ballesta; 20. Zapata de freno; 21. Bomba para el freno de aire; 22. Tope; 23. Silbato; 24. Domo arenero.

lunes, 16 de febrero de 2009

Viajando con la 820 en el Tren de la Araucanía

Desde hace un par de años estoy verdaderamente inmerso en la búsqueda de la historia de mi familia, especialmente de la de los ancestros de mi fallecido padre. Es muy poco el tiempo que tengo para hacerlo, debido al compromiso laboral que me impide dedicarle todo el tiempo que quisiera, pero existe una familia propia detrás mío y debo mantenerla. Si no fuera por ello, yo me la pasaría "nadando" todo el día entre los documentos de los archivos patrimoniales en pos de descubrir antecedentes que me ayuden a recrear la imagen de mis antepasados.

Mi padre, mi tío Hernán (hermano mayor de mi papá), y mi abuelo fueron ferroviarios, siendo sólo mi padre quien prestó servicios en el área de Tracción y Maestranzas de la Empresa de Frerrocarriles del Estado, que era donde literalmente "las papas queman", comenzando por los distintos grados inferiores, tales como alumno limpiador en la Casa de Máquinas de Temuco (julio del año 1949), aprendiz, caldeador, fogonero, maquinista de las distintas categorías y en diferentes locomotoras a vapor y Diesel eléctricas, hasta llegar al escalafón de jefaturas en el año 1977, cuando ascendió a Inspector de Tracción, culminando su carrera funcionaria en el año 1981 como jefe de la Casa de Máquinas en la ciudad de Osorno.

A través de esta búsqueda de información histórica y genealógica he descubierto que mi bisabuelo José de la Cruz Acuña Urrutia tenía el oficio técnico de albañil, siendo muy probablemente partícipe de la construcción de diversas obras de arte ferroviarias desde Collipulli hasta Victoria. En esta ciudad debió tener residencia desde más o menos 1884 y hasta 1893, pero en el año 1883 residía en Collipulli, lugar del nacimiento de su hijo Francisco Javier. En aquella localidad probablemente habría trabajado en los estribos o fundaciones del famoso e imponente viaducto sobre la quebrada del río Malleco. Aún no lo he podido confirmar, pero hasta el año 1900 debió haber trabajado en diversos tramos de la vía férrea que penetraba por vez primera la Araucanía, continuando su peregrinaje desde Victoria hasta Temuco, y, finalmente, desde Temuco hasta Pitrufquén, tramo en el que probablemente conoció al ingeniero belga Gustave Verniory, que dirigió las obras ferroviarias entre las jóvenes localidades de Lautaro y Temuco ,y desde esta ciudad hasta Pitrufquén, desde los años 1889 y hasta 1899. Este ambiente de trenes rodeó a la familia de mi bisabuelo, incorporándose uno de sus hijos, mi abuelo José Acuña Navarrete, a la Empresa de Ferrocarriles del Estado alrededor del año 1911 cuando residían como colonos en la hijuela que le había concedido a mi bisabuelo el Fisco de Chile, en la Colonia Nueva Transvaal de Gorbea, o en uno de los sitios adquiridos de la misma manera en el pueblo de Gorbea, al sur de Pitrufquén.

Mi padre siempre fue muy reservado en cuanto a su vida laboral, quizás para no asustar a su familia con los accidentes y peripecias que le tocó experimentar en su vida en los ferrocarriles chilenos. Sólo hacia el fin de sus días contó algunas pocas cosas, como aquella ocasión en la que respondiendo a mi consulta me dijo que la locomotora en que más le gustó ser el maquinista fue la tipo ochenta o "montaña". Ninguna fotografía hay en la que mi querido padre haya sido inmortalizado abordo de esa poderosa mole negra. Al menos recordó que una de las locomotoras que tripuló fue la número 803, la que hoy está guardada en el Museo Ferroviario Pablo Neruda de Temuco.

Como una manera de "vivir" en carne propia lo que era tripular una locomotora tipo ochenta, solicité los permisos respectivos y el día domingo 15 de febrero de 2009 pude viajar abordo de la locomotora que tracciona al Tren de la Araucanía, al menos en el tramo comprendido entre Temuco hasta la ciudad de Lautaro. Viví emociones muy íntimas que me hicieron ver al maquinista de la número 820 como a mi padre, hace décadas atrás, cuando viajaba en este tipo de locomotoras desde Concepción hasta Talca, o desde San Rosendo a Temuco y desde allí hasta Osorno o hasta la punta de rieles chilena, la ciudad de Puerto Montt. Fue casi un entorno "familiar" el vivido en la 820, pues el maquinista conoció a mi padre cuando éste era el jefe de la Casa de Máquinas de Osorno; además, el ayudante del actual maquinista de la 820 también conoció a mi papá en Temuco, a mediados de los años 1970.

Dos ferroviarios jubilados que conocieron a mi padre

Una raya de hollín en mi frente. En la cabina de la 820, rumbo a Lautaro

Ver operar al maquinista los diferentes comandos de la inmensa locomotora y el apreciar la labor técnica y de precisión del ayudante, o "fogonero", poniendo con justeza las paladas de carbón de Curanilahue en los diversos sectores del fogón, fue una experiencia alucinante. Por primera vez escuché el "canto de la pala", como lo señaló el maquinista, que es el sonido metálico y vibratorio que se produce al chocar la pala con el borde del fogón. Un sonido que no tuve la oportunidad de apreciar era el "canto" de las ruedas motrices. De ello me había hablado previamente el maquinista, sonido que se produce principalmente cuando las inmensas ruedas motrices con rayos no son forzadas en subidas, como en las bajadas o pendientes, y pasan "livianas" por las junturas de los rieles, lo que puede ser apreciado en la "bajada" hacia Temuco desde Victoria, y no al revés.

La locomotora 820 devora bastante carbón, más de 20 kilos por kilómetro andado, siendo aún así una locomotora "económica", pero lo que más consume es agua. La tipo ochenta vaporiza para su funcionamiento miles de litros de agua, y al no existir actualmente "caballos de agua" operativos en las estaciones ferroviarias, la número 820 del Tren de la Araucanía debe llevar, además de la carga propia del ténder, un carro algibe con 50.000 litros para abastecer el depósito del ténder mediante una motobomba y así poder relizar el viaje de ida y regreso.


Algo también muy emocionante de ver en este viaje fue el cariño, la nostalgia y el aprecio por el tren con tracción a vapor que siente la gente de todas las edades de los poblados y sectores rurales, por donde pasan las vías del ferrocarril, lugareños que, cuando el maquinista hacía sonar el pito de la locomotora, salían corriendo al encuentro del tren, saludando con sus manos y brazos en alto a los pasajeros, con la alegría de ver una antigua máquina a vapor aún "viva". Me fue realmente conmovedor el lograr apreciar a un hombre anciano, en las cercanías de la localidad de Perquenco, que había salido al encuentro del tren ondeando con energía una gran bandera chilena. No era un loco, si no un nostálgico sobreviviente de la dorada época de los ferrocarriles chilenos. Eso me demostró, una vez más, que el ferrocarril con tracción a vapor siempre será parte vital de la historia de la nación chilena, en especial en la incorporación de Araucanía al resto del país, en una época en la esta zona era llamada "La Frontera", fundándose villas y pueblos alrededor de las estaciones ferroviarias.

Estación Lautaro

El viaje de ida culminó en la antigua estación de Victoria. Un inmenso patio de maniobras con muchas líneas secundarias, hoy convertidas en un pastizal que cubre los "dormidos" durmientes y rieles oxidados, habla de un glorioso pasado ferroviario. Allí presencié las maniobras de la 820 para viajar a la tornamesa, ubicada al sur de la estación, en donde se invertiría su frente de avance.
La estación Victoria, hacia el año 1900 (www.memoriachilena.cl)

Estación Victoria

Algo que atrapa en el tiempo fue observar el centenario y bien cuidado edificio de la estación de ferrocarriles de Púa, y los restos de las oxidadas locomotoras y ténder que allí se encuentran. Aquella estación fue el punto desde el que nacían los ramales hacia la ciudad de Traiguén, antigua zona triguera, y hacia Lonquimay, zona productora de maderas, en la precordillera andina, éste último, recorrido por mi padre a principios de los años 1970 cuando él ya era maquinista de primera.

Centenario edificio de la estación ferroviaria de Pua

Mi afán de fotografiar y filmar en video todo lo ocurrido en este viaje, me pasó la cuenta. Al llegar a la estación de Temuco ya no le quedaba cinta a mi vieja cámara Sony Hi8, ni memoria ni carga en ninguno de los pares de pilas de mi cámara digital. Fue triste, pues no pude grabar ni fotografiar a la 820 cuando iba a ser guardada en la casa de Máquinas del Museo Ferroviario, aunque temprano por la mañana tuve la primicia de tener imágenes de ella cuando la subieron a la tornamesa y la sacaron al patio para enganchar los coches del Tren de la Araucanía.