miércoles, 24 de junio de 2009

Encontrando a la familia en Internet

Ésta fotografía ha permitido el "encuentro" de descendientes de dos líneas familiares que se unen en un antepasado común, un chileno de la Isla de Chiloé, Chile, del ya distante principio del siglo veinte.

En el verano del año 2007 (la fecha está impresa en la fotografía misma) mi hermano y yo visitamos fugazmente la Isla de Chiloé y nos encaminamos hacia la tierra de los antepasados de mi madre. En un día y medio visitamos varias importantes localidades, pero nuestro destino era la costa Este de la isla, en la zona que fue el refugio y residencia de los padres de mi abuelo materno: el puerto de Queilen. Luego de estar allí y al comenzar a regresar por el camino que nos llevaría de regreso a Chonchi, tomamos el desvío a la caleta Detico, lugar en donde mi abuelo residió en su juventud. Tomamos varias fotografías para el recuerdo, y una de ellas fue la que puse en el sitio web "Panoramio", y es la que está en este post.

Ayer, revisando mi casilla de correo electrónico, encontré un mensaje de Panoramio en el que se me informaba que había sido escrito un comentario en relación con mi fotografía de Detico. La persona que firmaba el comentario tenía un apellido familiar: el materno de mi madre. Escribí inmediatamente un mensaje a la dirección de correo electrónico que aparecía, y hoy me fue respondido. Resultado: el "comentarista" ¡resultó ser un pariente! El antepasado común, en mi caso, es mi bisabuelo materno don Benito Pérez Avendaño.

Firmemente creo que el encontrar a representantes de descendientes de otra líneas de la familia es muy gratificante, pues lo que llega a compartirse con ellos tiene que ver con cálidos lazos fraternales que unen verdaderas redes en los que han crecido y se han desarrollado integrantes de distintas generaciones, cada cual con sus costumbres y valores propios, de los cuales uno llega a ser el resultado final, una especie de amalgama de elementos incorporados por aquellos: un ser humano que, si no tiene por compañía a su historia familiar, no llega a comprenderse cabalmente a sí mismo.

Por eso digo ¡Viva el buen uso de la Internet! y ¡Bravo, por los buenos sitios web!

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