sábado, 27 de diciembre de 2008

El Obispo de la Concepción y sus dispensas matrimoniales

La dispensa matrimonial era un tipo de documento histórico desconocido por mí, hasta que llegaron a mis manos diez ejemplares conteniendo información de mis ancestros paternos, antecedentes que datan desde el año 1835 hasta el año 1894. El leer aquellos antiguos documentos manuscritos me proporcionó conocimiento sobre edades de los novios, sus padres, domicilios, parientes, situación o estado social, entre otros datos, los que me han seguido ilustrando en la comprensión de quiénes eran mis antepasados, las circunstancias en las que se encontraban, y los trámites que necesitaban efectuar al momento de querer contraer matrimonio.


Me vi obligado a buscar el significado de "dispensa". Lo primero fue ubicar la palabra en un diccionario. El "Diccionario Enciclopédico Espasa", de la Editorial Espasa Calpe S.A., en su décimo tercera edición, abril 1998, expresa: "dispensa. f. Privilegio, excepción graciosa de lo ordenado por las leyes generales. 2 fig. Instrumento o escrito que contiene la dispensa."; y la voz "dispensar. (l. dispensare.) tr. Dar, conceder, otorgar, distribuir. 2 Eximir de una obligación, o de lo que se quiere considerar como tal. Ú.t.c. prnl. 3. Absolver de falta leve ya cometida, o de lo que se quiere considerar como tal. Luego busqué en internet, hallando el buen blog Apuntes de genealogía, en la que encontré una explicación muy interesante sobre el asunto.

Los documentos originales que se encuentran en mi poder hablan de solicitudes de dispensas por impedimentos dirimentes e impedientes. Las dispensas dirimentes se referían principalmente a evitar la nulidad del matrimonio, una vez efectuado éste, y los impedientes a "saltarse" una prohibición que no anulaba el matrimonio, todo ello según lo dispuesto en los impedimentos canónicos de la ley eclesiástica de la religión cristiano católica.

Solicitud de dispensa de mis bisabuelos paternos


Aunque la solicitud se efectuaba al cura de la parroquia, en la que residía al menos uno de los novios, la dispensa era otorgada por la autoridad eclesiástica superior, es decir el Obispo de la diócesis, por lo que los antecedentes eran enviados a la sede del Obispado. He observado, en los documentos que tengo, que los antecedentes presentados en la solicitud de dispensa conformaban un verdadero expediente, a la usansa de los antiguos tribunales de justicia. LOs que tengo conmigo contienen la solicitud del novio, en la que se explicaba el motivo por el que se quería contraer matrimonio; el interrogatorio a testigos juramentados, del lugar de residencia de los contrayentes; un interrogatorio a los pretendientes, acerca de la libertad para contraer matrimonio (no estar obligados por algo o alguien), o para verificar que no hubiera otro compromiso previo con alguna otra persona (otros esponsales); el consentimiento de los padres, o, a falta de éstos, de otro pariente cercano; y la dispensa concedida, que está registrada al final del expediente, con la firma del Obispo, o en su ausencia por el Vicario General, y la firma del secretario. Normalmente el cura párroco, al final, dejaba constancia escrita de haberse efectuado el matrimonio.


Varias dispensas otorgadas a ancestros míos fueron fueron expedidas durante la época en la que el Obispo don José Hipólito Salas era la autoridad máxima del Obispado de la Concepción (1854 a 1883), en cuya jurisdicción se hallaba la Parroquia de la Santísima Cruz de Bulnes. Este antecedente lo encontré, como otros, en forma casual al hojear un libro titulado "Historia de Concepción", que estaba en un librero que tiene sólo volúmenes sobre leyes y decretos leyes, pertenecientes a mi empleador. El hallazgo me hizo pensar en la necesidad de asociar personajes públicos a la vida de mis antepasados, lo que incorporaré en el libro de historia familiar que me encuentro escribiendo.

Obispo don José Hipólito Salas (1812-1883)

domingo, 7 de diciembre de 2008

Centro de Historia Familiar: Encontrando ancestros

Desde el miércoles 15 de octubre de 2008 estoy prestando servicio voluntario como Director de un Centro de Historia Familiar de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, en la ciudad de Temuco. Ya tenía experiencia previa en la búsqueda de infomación relacionada con la historia de mi familia, lo que me ha permitido motivar y ayudar a otras personas que desean conocer sus orígenes. Ahora, al prestar servicio en un Centro de Historia Familiar, puedo ayudar con más y mejores medios a los interesados en sus ancestros, ya que desde aquel lugar es posible acceder a fuentes de consulta que no existen en otro lugar, como por ejemplo a microfilms que contienen lo registros de muchos millones de personas ya fallecidas. La gran utilidad de este medio analógico (la microfilmación) está siendo reemplazado por una base de datos de imágenes digitales y por el trabajo de indexación que están realizando voluntarios de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y voluntarios no miembros de aquella organización religiosa, que tienen interés en la genealogía y en la historia familiar. Mediante la indexación se están convirtiendo aquellos datos que aparecen en los documentos originales fotografiados a imágenes digitales, a los que se podrá acceder en el futuro próximo a través de una base de datos de acceso público a través de internet, creada en el proceso de indexación. Mientras aquello se está produciendo, es posible acceder aún, en un Centro de Historia Familiar, a la información mediante el método de visualizar las imágenes con una tradicional máquina lectora de microfilms.

El creador de este blog en la oficina del Centro de Historia Familiar de calle Los Pioneros 1745, en Temuco

Revisando, por pura curiosidad, el contenido de varios microfilms que contienen información del Registro Civil de Temuco desde el año 1886 hasta el año 1901, encontré abundante información histórica relacionada con los acontecimientos de nacimientos, matrimonios y defunciones inscritos en aquella primitiva oficina gubernamental de la ciudad, como por ejemplo, que los acontecimientos antes mencionados acaecidos entre las localidades de Lautaro - por el Norte - hasta Freire - por el Sur- se registraban en Temuco, por ser la única oficina existente para esos efectos. Los fallecimientos se producían principalmente por enfermedades infecciosas pulmonares y gástricas, por ahogamientos en los cauces de ríos y canales, y por crueles asesinatos de colonos chilenos y extranjeros a manos de bandidos. En el año 1890 se produjo una plaga de viruela que causó el fallecimiento de muchos niños, adolescentes y hasta adultos; estando lás páginas del registro de defunciones llenas de inscripciones de muertes causadas por esa enfermedad infecciosa. La causa de la muerte de una persona era a veces descrita de una manera que ahora pareciera poco profesional o sin conocimiento del correcto nombre técnico o científico, y hasta jocoso. Así hay muertes "de vómito", "fiebre", "de diarrea", "calentura", "de pasmo", "acuchillado", "de ataque cerebral", "se ignora", "a bala", "de empacho", etc.

Así es como llegué a las defunciones acaecidas en el mes de octubre el año 1891, y para mi sorpresa, por mi más absoluto desconocimiento, descubrí que el día seis de octubre de aquel año había fallecido en la ciudad de Temuco una tía bisabuela mía, doña Rosalía Aguilera Marchan, una hija de mis tatarabuelos Frutos Aguilera y Rosario Marchan, todos originarios de la ciudad de Bulnes. Los Aguilera son mis antepasados por línea de mi abuela paterna, a quienes pude encontrar gracias a la labor de don Raúl González Allende (Q.E.P.D.), creador y el entonces responsable del Museo Municipal de Bulnes. Este dato es una confirmación de la gran corriente migratoria de chilenos naturales de la Provincia de Ñuble que vinieron como colonos a probar suerte a la Araucanía, verdaderamente incorporada al resto de Chile mediante la construcción de la vía férrea que atravesó bosques y ríos de esta región. Esta tía abuela, al fallecer, ya era viuda de don Pedro Lillo Marchan, natural de Chillán, inscribiendo la defunción un hijo de ellos llamado Juan Misael Lillo, de 30 años de edad, de oficio comerciante, residente en la ciudad de Temuco.

Fotografía captada de la imagen proyectada por la lectora de microfilms

Este descubrimiento "accidental" me provoca, más ansias aún de saber acerca de mis antepasados, a lo que me ayudará los servicios que provee gratuitamente el Centro de Historia Familiar a usuarios miembros y no mienbros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Actualización: 12 de diciembre de 2008

La revisión de la inscripción de la defunción de mi tía bisabuela Rosalía Aguilera Marchan me hizo buscar en un microfilm con información de defunciones inscritas en el Registro Civil de Temuco, anteriores al año 1891, para encontrar la constancia del fallecimiento en la zona del marido de doña Rosalía, don Pedro Lillo. Efectivamente, al revisar el índice de inscripciones del año 1890, hallé que don Pedro José Lillo también había fallecido en Temuco, de una pulmonía. Inscribió la defunción su hijo don Juan Misael Lillo, el que señaló que su padre era comerciante, domiciliado en calle A. Varas número 7 de la ciudad de Temuco.

De seguro que deben haber descendientes del matrimonio Lillo Aguilera, además de Juan Misael ,o, al menos, posibles descendientes de éste en la zona.

Gracias a la microfilmación efectuada hace un par de décadas atrás, he podido acceder a estos antecedentes que me permiten ir creando una visión general de lo acontecido a integrantes de la familia Aguilera, al salir de su terruño ancestral en la Provincia de Ñuble, y ser partícipes de la colonización de Araucanía desde fines del siglo diecinueve.

martes, 2 de diciembre de 2008

Sector Quinquer, hoy Licanco y Metrenco.

Siguiendo con mi reconocimiento de los lugares en los que, bajo de la dirección del joven ingeniero belga Gustave Verniory, se efectuaron las obras de construcción de la vía férrea entre Temuco y Pitrufquén, entre los meses de agosto del año 1895 y octubre de 1898, he visitado el tramo de vía férrea que hay entre un viaducto ubicado en el sector Licanco Grande hasta la Estación Metrenco.
Viaducto en el sector Licanco Grande

Aunque he leído y vuelvo a leer las páginas del libro "Diez años Araucanía 1889-1899", no logro interpretar la información que Gustave Verniory señala en su bitácora. Sus indicaciones no concuerdan con la topografía actual, o ¿será que se equivocó al mencionar la toponimia?. En el mes de julio del año 1895, refiriéndose al proyecto del trazado ferroviario más allá del río Cautín, en Temuco, el ingeniero belga señala: "Hasta el río Boroa, donde deberá construirse un puente muy grande de albañilería, los terraplenes no serán muy complicados, pero al otro lado las dificultades van a comenzar. Allí, en el lugar llamado Quinquer habrá que hacer una larga y profunda zanja en un terreno muy duro, que exigirá el empleo de la pólvora, y en seguida un túnel de 200 metros de largo antes de llegar al río Quepe, que está a unos doce kilómetros de Temuco." La geografía del sector muestra que los únicos ríos existentes al sur de Temuco son el Cautín y el Quepe, por lo que entre ambos no existe otra corriente acuífera de importancia, como para ser nombrado 'río'. El río Boroa existe, pero en la actual comuna de Toltén, zona costera de la Araucanía, a más de 80 kilómetros de Temuco. No queda más que hacer conjeturas: Verniory se equivocó, y en vez al nombrar el río Cautín lo señaló como Boroa, o que el Boroa sea el actual río Quepe. En sus escritos del mes de septiembre de 1895 señala: "Instalamos la primera faena a tres kiómetros al sur del río (Cautín), para preparar la plataforma de la vía entre el Cautín y el río Boroa."

El túnel excavado en Quinquer

Bueno, de lo que sí hay más claridad es lo relativo a las obras en el sector llamado Quinquer. En febrero del año 1896 Verniory escribió: "El proyecto elaborado por la Comisión el Gobierno prevé un túnel de 200 metros que me parece puede evitarse desviando el trazado un poco hacia el este a través de la selva. Había pedido al ingeniero jefe don Luis Adán Molina hacer estudiar esta variante, pero la brigada especial está siempre ocupada más allá del río Quepe. Aprovechando las semivacaciones que me procura la cosecha - de trigo -, propongo a don Luis Adán hacer yo mismo el estudio. Veo allí una doble ventaja: primero, un acortamiento del trazado; en seguida, y esto es para mí lo más importante, una mayor utilidad para la empresa. En efecto, los precios unitarios fijados en el contrato para la excavación el túnel, me parecen poco remunerativos. Por otra parte, en el proyecto actual no hay compensación entre las excavaciones y los rellenos, de modo que una enorme masa de tierra proveniente de la formidable excavación de Quinquer no tendría utilización en terraplenes, y deberá dejarse depositada; perderemos de obtener su pago como excavación y relleno. Por supuesto, no hago valer sino el primero de los argumentos. El ingeniero jefe Molina acepta mi proposición. Me envía sus ingenieros Cuevas y el "Quichua", proporciona el material de campamento y los instrumentos topográficos necesarios. Vamos a instalar todas nuestras tiendas a orillas del Quepe. Durante más de un mes viviremos en tierras indígenas, en relaciones continuas y cordiales con los indios."

Doña Leudora del Carmen Painén, descendiente de los mapuches que vivían en el sector Quinquer

Luego, en marzo del año 1896, indica: "La cosecha he terminado; nuestros carrilanos han vuelto al redil y la actividad reina de nuevo en todas partes. Se trata de dar un fuerte empujón antes de la llegada de las lluvias de invierno. Los trenes atraviesan mientras tanto el río Cautín y llegan al río Boroa, donde descargan las piedras para el puente de mampostería, cuyas excavaciones están listas. Como esta faena es muy importante y durará muchos meses, construimos sobre el río un puente provisorio de madera."

Puente ferroviario ubicado a unos 400 metros al Norte del río Quepe

En su reporte de lo acontecido en los meses de junio y julio de 1896, dice: "Matías Provost está ocupado en la construcción de un puente provisorio de madera sobre el río Quepe. Es una obra importante. Este año las lluvias son violentas, dificultan los trabajos y hacen más duras mis inspecciones más allá del Quepe". En agosto de 1896, escribió: "La vía férrea está siempre detenida por la zanja de Quinquer que está lejos de terminarse. Envío a Alfred - hermano de Gustave Verniory - para activar los trabajos."

El promontorio rocoso de Quinquer, conocido hoy como la Cantera de Metrenco

La entrada a la cantera

Derrumbe que bloqueó el acceso al túnel de la cantera

En octubre de 1896, relata: "Alfred está todavía en Quinquer, donde la excavación de la enorme trinchera continúa. Se excava hasta el nivel de la plataforma pozos de minas que se hacen estallar con pólvora o dinamita." En noviembre de 1896 nos cuenta: "La formidable excavación de Quinquer por fin está abierta, y el largo terraplén que la sigue está a su altura. Por otra parte, el puente provisorio sobre el río Quepe está terminado. Podemos entonces poner de un golpe los rieles hasta la estación de Quepe, al otro lado del río. Ahora que podemos llevar la piedra de Cuyanquén - cantera al norte de Lautaro - al Quepe, hemos comenzado la albañilería del puente definitivo."

El otro acceso al túnel de la cantera, hoy bloqueado
Acceso al túnel bloqueado, ya despejado de un poco de vegetación

Aún me sigue dando vueltas en la cabeza el 'famoso' río Boroa, entre el Cautín y el Quepe. Necesitaré ver un plano de aquella época para identificarlo, ya que hoy no existe en otra corriente de agua entre el Cautín y el Quepe.

Mi recorrido, en mi bicicleta por la línea férrea, me llevó hasta otro viaducto ferroviario hecho con ladrillo y piedra, ubicado a unos dos kilómetros al Norte de la estación de Metrenco, y al pequeño puente que pasa por sobre el estero que se encuentra a unos 200 metros de la entrada de la estación en la que mi abuelo trabajó entre los años 1911 y 1912.

Viaducto al norte de Metrenco

Puente sobre el estero Metrenco, 'aguas lentas', en mapudungún. Al fondo se observa la estación de Metrenco.