El día viernes cuatro de julio reciente, en el cual no fui a mi trabajo haciendo uso de un día de mis vacaciones, me dediqué a buscar información histórica de mi familia en una oficina del Registro Civil de Temuco y en el Archivo Regional de La Araucanía, en la misma ciudad. En éste último sitio pude encontrar información fidedigna y oficial de mis bisabuelos paternos por línea masculina, que me proporcionó conocimiento sobre su calidad de colonos, a principios de los años 1900, en la colonia "Nuevo Transvaal" - lugar actualmente perteneciente a la comuna de Gorbea, Provincia de Cautín -, enterándome de la situación que vivían en el año 1908, mediante un censo de la Inspección de Colonización. Por la tarde de ese día, al regresar a casa, sentí el fuerte impulso de visitar Carahue al día siguiente, y fue así como lo hice.
En la mañana del día sábado cinco de julio, bajo un cielo amenazante de lluvia, me dirijí desde mi hogar hacia el centro de la ciudad, para abordar alguno de los pequeños buses que realizan el recorrido desde Temuco hacia las ciudades de Nueva Imperial y Carahue. Alrededor de las 9:40 horas el pequeño bus ya recorría lentamente las calles - esperando pasajeros - rumbo hacia la ruta que me llevaría hacia la zona costera de la Región de La Araucanía. Ya en la ruta, y pasada la localidad de Labranza, algunas gruesas gotas de lluvia caían desde las nubes oscuramente grises. Al entrar a la ciudad de Nueva Imperial la lluvia caía ya a manera de chubascos. La ruta asfaltada está en excelentes condiciones, después de haber sido reconstruída totalmente, y la señalética es muy buena; una gran diferencia con el recuerdo que poseía de hace unos cuatro años atrás, cuando el camino era angosto, estaba lleno de baches y la señales camineras eran defectuosas. A las 10:38 horas el bus llegó a la plaza de armas de la ciudad de Carahue, bajo una lluvia persistente y algo de viento. La ciudad es conocida como la de los "tres pisos", por los niveles de las colinas en que se encuentra ubicada, y su plaza se halla en "segundo piso" de la ciudad. Allí bajé del bus, cubrí mi cabeza con un "jockey" y sobre éste puse el capuchón de la parka que me abrigaba - y que yo creía que me protegería de la lluvia inclemente-, saqué un plano de la ciudad (que había impreso en mi casa la noche anterior, extraído desde el sitio web de la Municipalidad de Carahue) , lo doblé y lo guardé en el bolsillo exterior de mi "abrigo impermeable", y me fui caminando hacia la Avenida Ercilla en donde se encuentra una exposición, o museo al aire libre, de antiguos locomóviles. La lluvia comenzó a arreciar, por lo que me detuve bajo el alero de una casa pero, como no amainó, seguí caminando raudo por la Avenida Francisco Morales, que conduce al "primer piso", en el que se ubica la "Plaza de los trenes" , y al hermoso puente colgante que cruza el río Imperial.
Fotografía: Ahí estoy, en la "Plaza de los trenes", en las cercanías del puente sobre el río Imperial, bajo la lluvia.
Una lluvia espectacular me acompañó desde allí y por todo el recorrido a pie que hice en las siguientes horas. Sentía que mis mojados pantalones de cotelé pesaban como cinco kilogramos, mi parka ya no cuidaba de mí y estaba dejando pasar el agua de la lluvia hacia mi sweater y sentía el codo de mi brazo derecho ya mojado. Pero no me "amilanó" nada de eso. Como pude, tomé fotografías y grabé secuencias de video con mi pequeña cámara digital Samsung: locomotoras, carros ferroviarios; unos gansos que nadaban por el río; el acceso al "Barrio Estación", antiguas casas y escalinatas que conducían antaño al muelle de los vapores que zurcaban el río; la bodega y la que fue la estación ferroviaria de la ciudad; detalles de los locomóviles en Avenida Ercilla; característicos edificios antiguos; el cementerio local, y la posible ubicación del que fue el domicilio de mi pariente ya nombrado, don Carlos Aguilera.
A pesar de que no pude encontrar el sitio exacto en que mi tío abuelo residió, por no existir el número asignado a su casa, que estaba indicado en su cédula de identidad, ni tampoco el haber hallado en el Cementario su sepultura - por no atender ese día la oficina de Administración del Cementerio que me hubiera dado información de su ubicación -, no me sentí defraudado de haber hecho el viaje, si no que esta experiencia me ha dado mayores deseos de regresar, en un día hábil, para visitar nuevamente el Cementerio y la oficina local del Registro Civil.
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