sábado, 3 de noviembre de 2012

Ferroarqueología no profesional: una manera de encausar mis sueños de infancia

Según mi propio parecer, la mayoría de las personas han visto frustrados, por diversas circunstancias, los sueños de la infancia en relación con la elección de una profesión para toda la vida. En mi caso, yo soñaba con descubrir entierros de tesoros o cosas antiguas, con las exploraciones en lugares remotos, excavaciones en añejas ruinas. Leía sobre las antiguas civilizaciones: los egipcios, los sumerios, los mayas, etc. Pensé en ser un arqueólogo. Mi madre compraba una revista chilena, llamada EVA,  y creo que fue en un número de ella que apareció un test vocacional para los hijos. El resultado del test coincidía con mis preferencias, pero mis padres me informaron que no tendría buen futuro si quería ser arqueólogo, pues aquellos profesionales ganaban poco dinero y sólo podían trabajar de profesores en un par de universidades (estamos hablando de inicios de los años 1970). Entonces ellos me sugirieron pensar en otra cosa ... Bueno, también soñaba con navegar los océanos, me gustaban los veleros; entonces quise ingresar a la Escuela Naval Arturo Prat: uno de mis padres no me dio su apoyo ... En definitiva, llegué a adulto sin ser ni arqueólogo ni oficial de la Armada de Chile, aunque siempre en mi cerebro han seguido estando presente aquellas ideas de la infancia.

Un frustrado viaje en bicicleta (por falta de compañeros ciclistas con quienes realizar un viaje seguro), el que duraría tres días, por la ruta del desaparecido ramal Pua a Traiguén y regresando por Galvarino a Quino por Chufquén, me dio la idea de ocupar parte del largo fin de semana del 1 al 4 de noviembre en algo relacionado con el pasado ferroviario, cercano a mi hogar: ¡¡ iría a escarbar en el recinto de la desaparecida bodega de la estación Metrenco!!
Ya había preparado mi bicicleta para hacer viajes, comprando una parrilla y una alforja triple para llevar mis cosas en la mountainbike, y no en mi espalda, como en mis otros viajes en dos ruedas (ver mi Blog "Bitácora de mi bicicleta"). Los viajes con una mochila agotan demasiado y sobrecargan las "posaderas" con un peso que se transforma en algo muy incómodo y hasta insoportable de llevar.

Mi Trek 3700, con parrilla y alforjas de viaje

Luego de que mi hija mayor se desocupó de actividades que tenía anteriormente programadas, salimos en nuestras bicis desde casa, a las 17:00 hrs. de ayer, lléndonos por una ruta que nos condujo por el sector Pulmahue-Chomío, hasta llegar a la pequeña localidad de Metrenco. Una hora de viaje, con pedaleo suave, nos permitió conectar nuestra casa con los restos de la estación ferroviaria de Metrenco.


En el sitio pedí la opinión a mi hija (futura antropóloga, quien había tenido un ramo de Arqueología General), sobre los mejores lugares para hacer una prospección, y fue así como comenzaron a aparecer los primeros elementos del entorno ferroviario de aquel lugar: trocitos de carbón mineral (se usaba para calefaccionar las oficinas, mediante una estufa de hierro), clavos para la fijación de rieles a los durmientes, grandes pernos de diversos tipos, monedas de distintas épocas (desde los 1950 a los 1970), polquiitas (bolitas o canicas de juego infantil), antiguas tapas de gaseosas, clavos de carpintería de muy antigua data (de alma cuadrada, no redonda), un botón de vestuario, una tapa metálica de un tintero (tengo un antiguo tintero de oficina, que fue de mi abuelo ferroviario), pero la pieza más importante para mí fue el hallazgo que hice media hora antes de emprender el regreso a casa: un bastón de movilización. Raro es encontrar un objeto de estas características, pues un bastón es un elemento que un funcionario movilizador de una estación ferroviaria nunca debiera extraviar, por su gran importancia.


Tras una hora de regreso, retornando por la misma vía por la que habíamos llegado a Metrenco, llegamos a casa a las 21:00 hrs., cuando ya la oscuridad de la tarde estaba llenando el ambiente.
Fue una bonita y emocionante experiencia, que me permitió hacer algo que me entretuvo mucho, realizando una prospección arqueológica superficial en un sitio relacionado con mi historia familiar, ya que Estación Metrenco fue el lugar en que mi abuelo José de la Cruz Acuña y mi tío Hernán Acuña laboraron.