domingo, 22 de julio de 2012

Los mormones y el bautismo vicario por sus familiares muertos: una expresión de amor y respeto por sus raíces

Nunca conocí mis abuelos, ni a los paternos ni a los maternos. Mi abuelo materno murió en el puerto de Corral (Valdivia) en el año 1938,  mi abuela paterna en el año 1949 (Temuco), mi abuelo paterno en el año 1955 (Temuco) y me enteré que mi desconocida abuela materna falleció en el puerto de Talcahuano, en el año 2006. Lo único que me ha conectado con ellos es su descendencia. Los hijos de ellos son: mis progenitores y otros parientes: una hermana de mi madre y los dos hermanos que tuvo mi ya fallecido papá. Con el final de la vida terrenal, que llegó a mis tíos paternos y a mi propio padre, nació en mí un deseo intenso de conocer historia de la familia, casi de una manera desesperada, con un sentimiento de pérdida que invadió completamente mi ser. Mi pensamiento era "se están muriendo mis familiares y casi nada supe de ellos, ni menos de mis abuelos, ni nada del pasado". Allí se hizo tremendamente más importante para mí la doctrina de la salvación de los muertos. Como no pertenece a nuestra idiosincracia el que escribamos, por ejemplo, Diarios de Vida, nuestros ancestros han desaparecido y con ellos sus historias y su patrimonio de conocimiento y experiencias. Años atrás inicié una investigación que me permitiera lograr reunir antecedentes de toda clase, en el Registro Civil; entrevistas a mi madre, a mi tía, a la viuda del hermano mayor de mi padre, a ancianos compañeros de trabajo de mi papá (ex ferroviarios); búsqueda en diversos Archivos,  Conservadores de Bienes Raíces, Archivo Nacional, parroquias, Foros de investigación, crear Blogs, investigar en FamilySearch, etc. Todo ello me ha ayudado a encontrar datos que, como piezas de un puzzle, arman la imagen de mis queridos ancestros y sus historias de sacrificio. Ésto es lo más interesante, cuando digo "queridos ancestros" es que se han transformado en seres reales a quienes amo sin haberles conocido, logrado a través del esfuerzo de una investigación sincera y constante. Para muchos de ellos ya he efectuado la obra vicaria, ofreciendo a ellos la posibilidad de elegir aceptar o rechazar las ordenanzas del Evangelio efectuadas en su favor. Y hay algo más, que, al realizar todo este esfuerzo, ha nacido un lazo afectivo con otros familiares (primos hermanos) y hasta he conocido lejanos parientes en la Isla de Chiloé. En realidad, puedo dar un testimonio verídico de lo que profetizó Malaquías que sucedería es estos tiempos, cuando dijo, refiriéndose a la misión del profeta Elías: "El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres …"

Comparto con ustedes, que leen las publicaciones de mi Blog, o por vez primera sólo este post, el sentimiento de otro Santo de los Últimos Días (mormón), en relación con su experiencia de lograr "conocer" a su fallecido padre, un veterano de la Segunda Guerra Mundial, mediante una búsqueda de toda información que pudiera crear la imagen paterna y acerca del bautismo por los muertos (el texto completo puede leerse aquí):

“Hacia finales de Mayo de 1970, me encontraba parado con el agua hasta la cintura dentro de una pila bautismal en el templo de Hamilton, Nueva Zelanda, mientras el nombre de mi difunto padre era leído en voz alta. Momentos después, en su representación, fui sumergido en agua, en un bautismo por inmersión completa como lo manda la Biblia, el cual es un símbolo poderoso de renacimiento y entrada al reino de Dios.

Esa primera visita a un templo de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días - y mi primer experiencia de lo que los Mormones llaman "bautismo por los muertos" - fue una de las experiencias religiosas más intensas e importantes de mi vida.

"Yo tenia 22 años en 1970, pero nunca había conocido en persona al padre en cuya representación acababa de ser bautizado. Durante la Segunda Guerra Mundial sirvió en el Ejército de Inglaterra. Después de su participación en Francia, fue capturado por las fuerzas de Rommel en el Norte de África y pasó los siguientes tres años detrás de un alambrado de púas como prisionero de guerra en Libia, Italia y Alemania.

Cuatro años después de que regresó de sus privaciones y vejaciones en la guerra, a los 37 años y con aparentemente toda una vida por delante, tuvo un accidente de motocicleta en una carretera del campo galés y murió. Yo sólo tenía nueve meses. A través de mi infancia, mi madre ocasionalmente me contaba historias de mi padre, pero yo crecí sin un recuerdo personal de él - sólo con un sentido vago de cabos sueltos y preguntas sin contestar.

La experiencia del templo, sin embargo, cambió todo eso. Cuando salí del templo ese día en 1970, comencé una búsqueda de toda información que pudiera encontrar sobre mi padre. Realicé entrevistas, descubrí cartas y diarios y encontré recuerdos escritos en papel. Recorrí sus pasos en Alemania desde el momento en que el campo de prisioneros de guerra en el que él estaba fue liberado. Sé el título de cada uno de la docena de libros que leyó durante su cautiverio. Mi padre ya no era una pregunta sin contestar ni un misterio sin descifrar; para mi, se convirtió en una persona real y mi amor por el se ha vuelto tan real como el amor que le tengo a la madre que me crió.

Para mí y los Santos de los Últimos Días como yo, estos sentimientos profundamente atesorados no son sólo una consecuencia de un pasatiempo altamente desarrollado. Son el reflejo de una práctica clave para nuestra fe y que están fundados en enseñanzas bíblicas. Son el cumplimiento de los escritos proféticos al final de Antiguo Testamento, en los últimos versos del libro de Malaquías:

"El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres …"

Los Mormones adhieren un gran significado a este versículo, así como lo hacen a las referencias en el Nuevo Testamento sobre la enseñanza a los muertos. Si Jesucristo predicó a los espíritus de aquellos que han dejado esta vida, eso presupone que tenían el albedrío moral para aceptar o rechazar lo que les estaba enseñando. ¿Que cosas adicionales les estaba enseñando que no supieran ya? Combinadas con otras referencias y una mención especifica del bautismo por los muertos en una de las cartas de Pablo, estas escrituras forman el fundamento teológico de la obra en los templos Mormones.

Esta entera labor de amor, como lo ven los Mormones, se basa en la premisa de que aquellos que han dejado esta vida tienen la elección de aceptar o rechazar el gesto. Yo sabía, cuando llevé a cabo el bautismo vicario a favor de mi padre, que él era un devoto cristiano, convertido en tal por los ritos establecidos por la Iglesia de Inglaterra cuando apenas era un bebé. Mi gesto a su favor no le quitó nada, ni a la vida que tuvo ni a la esencia de su persona. Si hay una vida después de ésta - una creencia que claramente compartíamos él y yo - entonces yo le agregué esta oportunidad a la bondad de su vida corta y digna, pero llena de propósito. En las doctrinas incluidas en mi fe en particular, mi ofrenda le abrió posibilidades eternas, incluyendo el sellamiento de su matrimonio a mi madre. Lejos de menospreciar las persuasiones religiosas de mi padre, el retiene cada onza de su propio albedrío, lo que le permite aceptar lo que hice a su favor. En mi corazón, quiero creer que lo aceptó, pero no puedo saber eso en este momento. De lo que si estoy seguro, sin embargo, es que mi padre no estará ofendido por este generoso regalo, dado sinceramente por su hijo. Lo peor que puedo imaginar es "Gracias, pero no gracias".

Los mormones en todo el mundo cultivan una actitud de preocupación hacia sus familias fallecidas. Donde sea y por quien sea que estén llevando a cabo la obra vicaria, los Santos de los Últimos Días reflexionan sobre el tiempo y el lugar en que la persona nació, y meditan sobre la vida que esas personas habrían tenido, mientras realizan el servicio a favor de los muertos. Hacemos lo que hacemos porque valoramos y respetamos cada vida y su potencial eterno”.

La cultura del "no-lugar" (o los basurales a orillas de la vía férrea)

Resido en un conjunto habitacional frente a la vía férrea y no me molesta el paso de los trenes cargueros al Sur o al Norte. Todo lo contrario, aunque sea de madrugada, el claxon de la locomotora y el traqueteante sonido de las ruedas de los boguies de los pesados carros al pasar por la junturas de los rieles, es música para mis oidos. Sin jamás haber sido un  funcionario ferroviario (aunque sí hijo, sobrino y nieto de ellos) siento aprecio por los lugares que se identifican con el ámbito del ferrocarril. Por ello es que me resulta repulsivo el que se agredan los lugares que tienen que ver con la historia y el patrimonio tangible que se encuentra a orillas de los rieles. Me indigna que las personas destruyan a pedradas, incendien, roben y dejen sus desechos en aquellos sitios y construcciones de nuestro ferrocarril que fueron los lugares de trabajo y de paso de tantas personas en el pasado.

Crecí con la premisa de "cada cosa en su lugar". Fui enseñado a no dejar la ropa sucia bajo la cama, a no dejar mi ropa ni mi bolso del colegio tirado por cualquier lugar, lustrar mis zapatos y cortarme el pelo apenas mis orejas comenzaran a ser tapadas, etc...Aún resuena en mi mente la voz de mi padre diciendo "Ooorden, oorden"; seguramente el repetía lo mismo que mis abuelos le enseñaron. Ésto es mi cultura.

Cultura no es sólo el "cultivarse", si no que (como se puede leer en la Wikipedia) ésta puede clasificarse en:

Tópica: La cultura consiste en una lista de tópicos o categorías, tales como organización social, religión o economía.
Histórica: La cultura es la herencia social, es la manera que los seres humanos solucionan problemas de adaptación al ambiente o a la vida en común.
Mental: La cultura es un complejo de ideas, o los hábitos aprendidos, que inhiben impulsos y distinguen a las personas de los demás.
Estructural: La cultura consiste en ideas, símbolos o comportamientos, modelados o pautados e inter-relacionados.
Simbólica: La cultura se basa en los significados arbitrariamente asignados que son compartidos por una sociedad.


Conversando con mi hija mayor (antropóloga) sobre las causas que motivan a la gente a deshacerse de su basura, botándola a orillas de la vía férrea o sea, en la faja fiscal ferroviaria (pese a que el camión recolector pasa 3 veces por semana), ella mencionó algo bien interesante, diciéndome: "Lo que pasa es que, para ti, la línea del tren  es un espacio que tiene un significado y para la gente que bota su basura allí, es un no lugar". Me explicó sobre el concepto acuñado por el antropólogo francés Marc Augé, que expresa que el "no lugar" es un lugar circunstancial, sin importancia para ser considerado por un individuo como un "lugar significante" y que siente que no es un aporte a la identidad de aquella persona.


Bueno, la vía férrea, las viejas estaciones y otras construcciones abandonadas, los puentes, etc., que conforman el patrimonio ferroviario, son para mí importantes, tienen significancia y un lugar en mi cultura. Lamento que otras muchas personas hayan crecido con desapego por el orden y la limpieza y que sientan que los lugares que no tienen significado o valor en su cultura, pueden ser considerados sus basurales o una expresión de sus carencias.